PABLO Y EL MISTERIO DE LA TORRE
Una
mañana soleada, el escultor Pablo , buscando inspiración para una
nueva serie de obras, se dirige a un solitario y sombrío monasterio de piedra
de altas torres, en Holanda.
Después de sortear puertas, pasadizos, escaleras angostas e
interminables, llega a una estancia que parece corresponder a una de las
torres, en donde encuentra a un anciano monje en un rincón junto a un vetusto
escritorio bajo la diáfana luz de la
única ventana.
-
Buenas, usted es Fray…
-
… (Silencio)
- el hombre levanta la vista, calmo, y lo mira , pero se mantiene callado.
-
Disculpe…, pero... ¿No está un poco oscuro y
como encerrado? ¡Afuera hay un sol
bárbaro!
-
…
De pronto, siente una voz a sus
espaldas.
-
¡Shhhh! – no moleste al padre – le murmura la
señora que hasta ese momento no había podido ver en la penumbra de aquel
ambiente.
-
Disculpe, ¡no la había visto! – se disculpó
Pablo, ruborizándose un poco, avergonzado.-
-
No pasa nada – le tranquilizó la mujer –
Mientras no interrumpa la meditación de Fray Lorenzo, cuando está así, puede
estar varios días en ese trance, de ese modo es que analiza un pensamiento, o
lo que sea, y después lo escribe en ese libro que tiene sobre el escritorio. ¿Y
usted quien es, a todo esto?
-
Bueno, soy Pablo, escultor. Y ando por estos
lugares buscando ideas, inspiración para nuevas obras. ¿Por qué está todo tan
oscuro aquí? Y ese fuego de la estufa ¿no siente calor?
-
-Bueno – respondió la doña – es que si no
calentamos un poco el lugar, es muy húmedo y estaría realmente frío, debido a
los muros gruesos de piedra, y la ventana rara vez se abre. El fuego cumple varias funciones, da calidez
al ambiente y una luz tenue. Ayuda a crear una atmósfera especial,
que sumado al silencio reinante, ayuda al recogimiento y la meditación.
-
Un ambiente como éste me ayudaría a reflexionar
mucho acerca de lo que quiero hacer – le confesó – además siento calor también
por el ejercicio que hice al subir todas esas escaleras .-
-
Hummmfff… -
farfulló el meditante.-
-
¿Dijo algo? – preguntó Pablo por lo bajo
-
No – respondió en el mismo tono de voz – eso
significa que nuestra conversación le está interfiriendo con su estado
reflexivo.
-
Un momento - dijo como escuchando otro sonido –
percibo que hay alguien más en esta habitación.-
-
¡Sólo estamos nosotros! – susurró la anciana -
¡no me asuste!
El Artista
dirigió la vista al hueco de la escalera que ascendía hacia quien sabe dónde, porque estaba tan oscuro,
que apenas podía distinguirse el fondo y allí lo vio.-
-
¡Ahí! – se le escapó un grito –
El viejo se sobresaltó, pero no
emitió sonido alguno.
- ¡Hola! – le dijo mientras se acercaba subiendo
los desgastados y crujientes peldaños – Dígame, ¿a dónde llega la escalera?
-
¡Déjelo! – le dijo aterrada la mujer - ¡Es un
espectro!
-
¿Un qué? – inquirió intrigado
-
Un fantasma, un ánima en pena – le reveló – anda
siempre por acá, lleva un farol en la mano, como buscando o guiando a alguien,
pero si lo sigue, no se sabe a dónde lo quiere llevar, porque una vez que se
llega al lugar donde lo conduce, se desvanece …
-
¡Increíble!
¡Qué buena historia! Ya tengo material para trabajar. “El espectro del Monasterio” Voy a hacer varias piezas en mármol inspirado
en todo esto, la habitación con ese ventanal, la escalera, el señor meditando,
el espectro y hasta a usted la voy a esculpir
-
Le deseo suerte en su trabajo y vuelva cuando
quiera don, pero ahora váyase porque el patrón ya está medio mosqueado con todo
el ruido que hizo …
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